miércoles, 31 de julio de 2013

Edge Days 2013

Los días 20 y 21 de julio estuve en los Edge Days 2013, celebrados en el hotel Holiday Inn de Bilbao, dos días de hacer el friki, sudar por el bochorno y pasarlo realmente bien. Voy a comentar qué me parecieron los juegos que probé y la experiencia general, pero no prometo que esto esté libre de chascarrillos.



Modernismo y Quemar Informáticos
Madrugar. Coche. Calor. Mal comienzo para la mañana del sábado, pero nada que un café y jugar a algo con unos frikis no arregle. Recoger el brazalete-entrada, la copia de Crisis: Tokyo que regalaban con la misma y adelante. Tenía que ir a jugar el torneo de mi adorado Netrunner, pero aún así dio tiempo a probar algo rápido. Bauhaus es un juego estratégico abstracto de cierre de áreas, similar al clásico Go, pero con un giro modernista. Las acciones a realizar cada turno se eligen de una serie de cartas aleatorias, basándose en poner o mover tanto las fichas de colores de los jugadores como las barras que delimitan los territorios.

Que bonito...

Parece simplón, pero es de una simplicidad engañosa, y jugarlo bien no es tan sencillo como tener suerte. Es divertido, aunque sea el tipo de juego en el que soy malísimo. Algo mejor se me dio el campeonato de Netrunner, pero ni de lejos tan bien como para entrar al Top 4. Mi juego con la Corporación fue sólido y positivo, quemando a más de un Runner que pretendía hacerse con mis maléficos planes. Pagué caro el jugar el mazo Runner como la mierda, curiosamente el bando con el que más práctica tengo.

Jamón, Zombies y el Carnaval de Venecia
El torneo de Netrunner consumió buena parte de mi tiempo, lo que requirió andarse con pocas complicaciones con la comida y permitió volver a las andadas tras un bocadillo de jamón. Aunque para bocadillo, el del Zombiecide. Nos sentamos seis a la mesa, el número máximo de jugadores, y poco tardamos en acabar rodeados de lentos y pesados cabroncetes grises.

Se pongan como se pongan, una sartén no es un arma adecuada.

El Zombiecide trae una serie de escenarios para distintas cantidades de jugadores, seis supervivientes y cantidades absurdas de zombies de varios sabores. Es divertido y transmite perfectamente la sensación de masa de zombies que te acosa, siendo en ocasiones más fácil correr que matarlos. Cada personaje tiene distintas habilidades y puedes ir rascando objetos si tienes lo que hay que tener para entrar en un edificio. No sé qué tal andará de rejugabilidad, pero la primera impresión es realmente buena.

Tras ir a por agua bien fría para combatir el desasosiego zombie y echarle un ojo a los choques de trenes que se estaban llevando a cabo en el torneo de X-Wing, nos sentamos a la mesa para probar algo nuevo. Intrigo (Masques en otros países) es un juego de cartas para 2 a 4 personas, donde nos dedicaremos a putear al prójimo durante el carnaval de Venecia para que nuestra familia se salga con la suya.

La disposición para 4 jugadores.

Interesante (y económico) juego de cartas, en el que irás teniendo que elegir primero qué cartas quedarte y luego dónde colocarlas para no solo obtener los recursos que necesitas, si no también para negárselos al resto. Las monedas que vayas consiguiendo te servirán para contratar a los agentes libres, desde la cortesana al asesino, y de esta manera hacer que la vida de el resto de jugadores sea más miserable. Sencillo pero impactante, el efecto es similar a jugar una versión más complicada y estratégica de Ciudadelas.

Los torneos hicieron mella en el tiempo disponible para probar más cosas, aunque no tanta mella como el KFC de la cena en mi digestión, pero para eso siempre me quedaría el domingo...

Menta, Wookies y Volar Solo
El domingo presentó bajas a primera hora entre los integrantes de mi grupo. Algunos se quedarían en casita, otros vendrían más tarde. Dos llegamos a Bilbao, a desayunar refrescante café con menta, que ya pegaba fino el bochorno. Dos llegamos a los Edge Days, a meterle Chewbacca al mazo de Jedis porque... bueno, porque mola. Y con el piloto del mazo ocupado en el torneo, yo me quedé solo para revolotear por las mesas a mi aire. Me dejé caer por el juego de rol nuevo de Star Wars a echar un ojo del ritmo, no tenía ganas de sentarme a minijugar con personajes pregenerados, y el juego estaba bastante ocupado, así que me limité a hacer de observador. Mecánicamente es el mejor juego de Star Wars disponible, con lo que se le perdona lo de los dados de mierda.

La aventura introductoria y los infames dados personalizados.

No tengo clara la decisión de dividir el juego en tres libros (aventuras en el Borde Exterior, movidas con los rebeldes y cosas de jedis) a lo largo de demasiado tiempo, pero que el primer libro sea el de los contrabandistas y demás escoria me gusta. 7th Sea en el espacio...

El caso es que me senté a probar el no tan nuevo Juego de Tronos, una versión similar a la del LCG, pero con fotos de la serie y tan solo dos facciones en la caja: Stark y Lannister. El juego es mucho más bonito que el original, que de puro retro mata, pero es demasiado sencillo. Eso sí, reventar a Joffrey a hostias en el primer turno de partida fue todo un placer, y ver a Robert Baratheon atascado en un burdel hasta que pude jugar Mano del Rey resultó terriblemente cómico.

Las fotos y el nuevo diseño es definitivamente un plus.
Oscuro Futuro y Dragones sin Piedad
Llegaron mis refuerzos, y tras comer pizza para seguir la tónica de comida rápida, nos sentamos a probar el Relic. El cabrón es un juego denso basado en el universo de Warhammer 40k. Los componentes están tan bien cuidados como lo suelen estar en este tipo de juegos, y los bustos que representan a los personajes son realmente simpáticos. Escoges al servidor del Emperador que te apetezca (desde un ogrete hasta una Callidus, pasando por el Inquisidor de turno) y te dedicas a machacar enemigos (osea todo lo que no sean jugadores).

Demonios, herejes, Orkos, Tiránidos, Eldar de sabores... En este sector hay de todo.

El juego es terriblemente espeso, con reglas y texto por todas partes. Misiones, personajes, equipo, cartas de poder, casillas del tablero... Todo está lleno de un montón de texto al que hacerle caso, que hace que cada turno sea bastante cansado. Además, la interacción con el resto de jugadores roza lo nulo, resultando en un juego bastante onanista, en el que te da un poco igual lo que hagan el resto. Gracias pero no.

De ahí al Rune Age, un juego que por lo que había oído sabía que me iba a gustar. De mecánica muy similar a Dominion, Rune Age es un juego de construcción de mazo, en el cual vas adquiriendo cartas para tu montón a medida que avanza el juego. En lugar de una pila de cartas común determinada aleatoriamente como en Dominion, Rune Age tiene cuatro facciones, cada una con sus propias tropas y habilidades. Con el oro compras tropas, con las tropas conquistas lugares comunes que dan influencia, y con dicha influencia adquieres más oro.

Que la caja no os asuste, tampoco son tantas cartas, pero vienen bien repartidas.

En lugar de un objetivo universal para ganar las partidas, Rune Age cuenta con escenarios, que varían desde el clásico "junta tropas para ser el primero en matar al dragón gordo" hasta "sobrevive todo el tiempo que puedas", incluyendo algún escenario cooperativo que no llegué a probar. A mi me resultó muy interesante, aunque el resto de jugadores se quedaron bastante fríos.

Despedida y Cierre
Faltan las pequeñas cosas que se ven aquí y allá, para las que uno tendría que haber estado allí, pero aquí están resumidas las impresiones que me llevé. La organización fue ejemplar, y todos los que estaban allí para mostrar los juegos y organizar los torneos no solo se portaron como profesionales, si no que además eran auténticos frikis con los que era un placer comentar anécdotas. Una experiencia muy divertida y recomendable.

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