viernes, 7 de junio de 2013

Vivir para la Música

Para quienes, como me ocurre a mí, aman la música pero no han sido bendecidos ni con un oído extraordinario ni con la capacidad de crearla, películas como Copying Beethoven nos permiten sentirnos durante hora y media parte de ese exquisito acto de creación. El famoso compositor y su ficticia copista Anna Holtz nos llevan de viaje a través de una música y una historia que no hace falta entender, que no hay por qué  racionalizar. Beethoven hay que sentirlo.


En un pasaje de Copying Beethoven un Ed Harris tan en su sitio como siempre, dice que la música nace de las tripas. De las entrañas. Y ahí es también donde debe disfrutarse la película. A un nivel muy primario, muy genuino, despojado hasta cierto punto de las herramientas de la crítica cinematográfica habitual. Diane Kruger, que interpreta a su leal copista Anna Holtz, no lo entiende. No entiende una música que rompa las reglas, que fluya fuera de los compases, que se desborde de los límites de la partitura.

Muchos dirán que esta es una película menor. O peor, que induce a engaño porque se inventa personajes. Que Amadeus, por ejemplo, sí es una película sobre la música que merece ser elogiada. Pero con todo lo que adoro la película de Milos Forman, con lo superior que me parece a Copying Beethoven, no conecta conmigo de la misma manera. Mientras todo en el Mozart de Forman se percibe muy cerebral y demasiado perfecto, aquí Ed Harris nos arrastra al genio, a la furia, a la melancolía y al éxtasis de un hombre privado del único sentido del que no querría prescindir. Pero Beethoven nos transmite con su ímpetu, con su búsqueda de nuevas fronteras musicales y con su talento, que nada puede pararle. No necesita oír la música. Él la siente dentro, en las entrañas, que es de donde brota salvaje y bella.

Su sordera le obliga a sentir la música de un modo casi abstracto. El espectador siente esa energía traspasando la pantalla.

Recientemente se me ha hecho notar la insufrible moralina de muchas películas, más que por su presencia (casi inevitable hoy día en cualquier producción con deseos de atraer a una audiencia amplia), por su inclusión totalmente descarada. Copying... tiene sin duda algunos toques de feminismo, pero teniendo en cuenta que el personaje de Holtz es inventado y que no empeora, sino que mejora el relato, al diablo con las supuestas moralinas o comportamientos extemporáneos.

Yo, que vivo para los momentos de cine, para los subidones de acción, emoción o belleza que proporcionan las películas, recomendaría Copying Beethoven aunque solo fuera un cortometraje de 15 minutos con la escena del estreno de la 9ª Sinfonía. Una escena rodada como si fuera de acción, con cámara temblorosa, zooms, un montaje dinámico y una música que habla por sí sola. Pero además este film cuenta una historia de superación, de respeto y amistad, de fidelidad a uno mismo y de amor a la música entendida como la capacidad del hombre para sintonizar con Dios.

Veteranía y juventud; maestro y alumna. Pero el mismo entusiasmo vital por la música.

Indicaciones: Para amantes de la música y de las historias donde el éxito no es tan importante como ser fiel a uno mismo. Sólidas interpretaciones tanto de Ed Harris como de Diane Kruger.

Contraindicaciones: El rigor histórico brilla por su ausencia. Solo nos muestra los últimos años de vida de Beethoven. No es una película didáctica, no aprenderás gran cosa sobre la figura histórica.

Interacciones: Beethoven en tus oídos. Otros biopics (entendiéndolos muy libremente) como Amadeus, Ray, Farinelli... Desconozco si siguen existiendo, pero de pequeño yo tenía unos comics biográficos de personajes históricos y siempre me gustó especialmente el de Verdi.

Efectos Secundarios: Si no eres aficionado a la música clásica, ayuda a digerirla. Lamentarás que Anna Holtz no sea un personaje real. Ed Harris, ¡qué pelazo!

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