viernes, 19 de abril de 2013

Oz, Un Mundo de Sam Raimi

La última película de Disney capitaneada por Sam Raimi es Oz, Un Mundo de Fantasía y hace honor a su título creando un mundo mágico y fascinante lleno de aventura y peligro, aunque libre de terrores. Una película de fantasía a la vieja usanza, que apela al crío que todo espectador lleva dentro y que se percibe como una fábula para niños, no tanto infantil sino inocente.


Oz es de esas películas que solo a posteriori deja al espectador adulto con sensación de haber disfrutado, en el fondo, de una historia blandita. El mérito recae en Sam Raimi, un director experimentado que desde el principio de su carrera se ha mostrado fiel a su particular modo de contar las cosas. No importan los millones de presupuesto, no importa el género y no importa quienes sean los actores, Raimi aplica a todos sus proyectos algunas máximas fácilmente reconocibles: Escenas rodadas con manos de artesano buscando soluciones sencillas a problemas otras veces resueltos con efectos innecesarios, cierta levedad en el tono del film, un montaje ecléctico y un ritmo que nunca decae.

Con estos mimbres y un James Franco estelar, Raimi nos cuenta la historia de un mago de feria con deseos de grandeza. Embaucador, egoísta y mujeriego, sus números de magia, al igual que el cine de Raimi, están compuestos de trucos que funcionan sin necesidad de ser complicados o espectaculares. Oz es arrastrado por un tornado a un mundo de magia y color donde una profecía ha predicho la llegada de un gran mago, llamado como el reino, que lo liberará de la tiranía de unas brujas. Y ahí ya se lía la manta y comienza a desarrollarse la trama.

Oz está recreada con color y belleza. Sí, hay mucho CGI, pero es taaan bonito que a quién le importa.

En el plantel actoral, pocas pegas. James Franco se sale, así de simple. Conjuga perfectamente la sonrisa picarona con el punto justo de seriedad y teatrillo farandulero con más fachada que otra cosa. Las brujas, también, en su sitio. En cabeza y destacada, Mila Kunis. Decir que es un bellezón sobra. Y a estas alturas decir que es una actriz hecha y derecha sobra también. Michelle Williams tiene el papel menos agradecido, en el que cumple y tampoco se le debe pedir mucho más. La más desaprovechada de las tres es probablemente Rachel Weisz, quién cumple sin problemas hasta el tramo final de la película, momento en el que su villanía no está a la altura del personaje y se escora ligera y peligrosamente hacia el villano que pone caras y poco más. Mención aparte merecen, en mi opinión, los dos personajes CGI de la película: el mono y la niña de porcelana. Ambos están imponentes. Imponentes como en esas películas en las que les comen la tostada a algunos actores.

El mamón de Oz se pasa la película entre bellezones con diferentes grados de morbo. Aunque a morbo a Mila Kunis no le gana nadie.

Soy consciente de que a muchos adultos la película les puede parecer infantil. No niego que es lo que yo llamo “blandita”, en el sentido de que no hay realmente malos tragos que pasar. Los momentos críticos de la película se solventan en dos minutos, sin grandes tragedias, ni disputas entre personajes más allá de lo estrictamente necesario. Sin embargo, quiero romper una lanza en favor de Oz. Porque esta es una película fantástica. Es decir, de fantasía. Y la fantasía y el drama no siempre se llevan bien. Se necesita una película de cierto carácter oscuro para poder dotarla de esos momentos descorazonadores y dramáticos que algunos echan en falta en Oz. Uno puede tenerlos en Cristal Oscuro, pero nadie en su sano juicio criticaría La Princesa Prometida por ser blandita. Es exactamente lo que tiene que ser. Fantástica y de aventuras. Igual que Oz, Un Mundo de Fantasía.

La gran virtud de la película radica en la aceptación de lo que está contando y en cómo lo va a contar. Después aplica un ritmo constante, sin decaer nunca. Continuamente se añaden escenas que describen el mundo o perfilan los personajes. La película no se estanca en ningún momento. Nota al margen merece el modo en el que Raimi afronta la filmación de las escenas. Porque aunque sus señas de identidad estén presentes en el film y sean evidentes para cualquiera que haya prestado atención a su filmografía, no debemos reducir su cine a un puñado de recursos favoritos. Raimi sigue teniendo un tremendo ojo para la composición del plano y una facilidad pasmosa para presentar una cámara nunca intrusiva y siempre dinámica; con unos planos bellos, equilibrados y fácilmente comprensibles por el espectador.

Cuando acabe la película te darás cuenta de que no has visto sangre, de que no ha habido tenebrismo, de que las brujas malvadas no han dado miedo sino despertado incluso cierto sentimiento de compasión. Pero eso son análisis que quedan para después de la experiencia cinematográfica. Mientras dura, Oz, Un Mundo de Fantasía te atrapa con su sencillez, honestidad y belleza.

Estos tres granujas se hacen merecedores de ser lo mejor de la película. Con permiso de la Bruja Morbo.

Indicaciones: Niños. Y niños grandes. Fans de Sam Raimi. Y de James Franco. Quienes quieran una película fantástica y de aventuras con todas las letras.

Contraindicaciones: Si tus héroes necesitan una catarsis traumática, aquí no la hay. Si eres de los que no puede evitar decir "a-ha, eso está hecho por ordenador" en cada escena de efectos, mejor aléjate. Si fantasía y aventuras son para ti cosa solo para niños, no te acerques.

Interacciones: Películas de fantasía. La Historia Interminable, por ejemplo. Los 80, vamos. Por alguna razón me ha venido el cómic Saga a la cabeza.

Efectos Secundarios: A la salida, garantiza sonrisilla de satisfacción. Te costará saber qué es exactamente lo que hace a la película tan fácilmente digerible. Bucearás en tu videoteca en busca de los Greatest Hits de aventuras y fantasía desde Los Goonies hasta La Princesa Prometida pasando por Stardust o Big Fish. 

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