viernes, 8 de marzo de 2013

Rurouni Kenshin (2012)

Basada en el famoso manga de la Shonen Jump y en el extendido anime conocido como El Guerrero Samurái en nuestro país, Rurouni Kenshin es una película que narra la historia de un samurái cansado de matar que decide abandonar su camino. Ambientada al comienzo de la aperturista era Meiji, el protagonista es testigo y narrador del cambio radical de Japón hacia mediados y finales del siglo XIX. Historia de contrastes, he aquí lo que opino de ella.


Alejada de la visión idealista de los samurái de otras obras ambientadas durante la Restauración Meiji, Rurouni Kenshin muestra a todos los poderosos corruptos por igual. No hay samuráis buenos contra occidentales malos, ni samuráis primitivos contra occidentales modernos. Los protagonistas de la película son las víctimas del cambio de época, juguetes rotos de la época feudal pasada o de la industrial por comenzar.

El reparto principal de la película.

El protagonista es Himura Kenshin, un asesino en busca de redención, arrepentido de matar por unos ideales vacíos que ya no importan. Siendo ilegal que los ciudadanos porten katanas, él lleva una con el filo en la parte interior. En su vagar se topará con una maestra sin alumnos, un noble huérfano, un enemigo de su pasado reconvertido en policía. Todos aquellos enraizados en el feudo japonés ya no tienen lugar en esta nueva era. Dojos vacíos, samuráis caídos en desgracia, el opio causando estragos.

Es en este ambiente extraño para los protagonistas, perdidos y fuera de lugar, donde se alzan los dos antagonistas de la película. El primero representa todo lo negativo de la nueva era, un japonés que abraza el capitalismo, usándolo para industrializar un imperio de opio que mate el alma de todos aquellos que todavía tengan una. El segundo representa la parte oscura de la era pasada, un monstruo no demasiado alejado de lo que sería el propio protagonista de no haber abandonado la espada. Alguien que vive única y exclusivamente para matar o morir.

De esta manera, la película cuenta por un lado la búsqueda de los protagonistas por encontrar un lugar en la nueva era. En un Japón cambiante, acostumbrados a obedecer a sus superiores y atados a sus ideales, están perdidos en su propio libre albedrío. La decisión de cómo actuar en torno al asunto del opio se ocupa de ese tema. Por otro lado, trata también de cortar con los vínculos que los atan a la época pasada. El asesino, el matar o morir, la katana como representante del todo es el foco de atención de este conflicto.

Despanzurrar matones a manos llenas, ese placer propio de ser un héroe.

La película, al igual que la obra en la que se basa, es una muy entretenida y lograda mezcla de conceptos. Es curioso ver cómo el retrato relativamente fiel y realista de una época convulsa puede combinarse con peleas muy locas de espadas (y lo que no son espadas). Porque para qué hablar las cosas si podemos arreglarlo a hostias, que bien podría ser el credo de algunos de los secundarios más interesantes de la película. El conflicto en Rurouni Kenshin se resuelve en escenas de acción rápidas, limpias y espectaculares, que sorprenden por lo acertado de su ejecución salvo en un caso fugaz y concreto relacionado con una lámpara de araña.

Pese a todo, en ocasiones es complicado quitarse el feeling de teatro cosplay de la cabeza si has visto la obra original. No debido a que el vestuario sea malo, todo lo contrario. Pero hoy en día, con unos cosplayers aficionados cada vez mejores, la película te origina la pregunta clave: Si tan fácil parece hacer una adaptación bien, ¿Porqué la cagan tan a menudo? En fin, este no es el caso, afortunadamente.

Sanosuke simplemente brillante, parece sacado directamente de un BeatEmUp de los buenos.

Indicaciones: Amantes de la serie original, ya sea en manga o anime. Curiosos de la época en cuestión o de la historia japonesa en general. Apropiada para aquellos que quieran ver una película buena y sencilla, sin demasiados artificios.

Contraindicaciones: Los que no soporten que una película se vaya por las ramas un poco antes de entrar en harina. Los puristas que no gusten de mezclar unas hostias desatadas con contexto histórico serio. Los fans más rancios de la obra original, que no soporten adaptación alguna.

Interacciones: Evidentemente la obra original. La historia japonesa en general, la restauración Meiji en concreto. Cualquier serie con un samurái más perdido que un pulpo en un garaje, como La Espada del Inmortal, por ejemplo.

Efectos Secundarios: Rezar por más adaptaciones dignas, pensar que tu cicatriz de la apendicitis no mola tanto o desear llevar la justicia a tu barrio a golpe de puñetazo contundente y golpe seco.

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