miércoles, 2 de octubre de 2013

Manly Donovan

Ray Donovan ha demostrado ser todo lo que podíamos esperar de esta serie sobre un arreglador durezas de Los Ángeles que opera tanto en los límites como al margen de la ley. A pesar de todo con su corazoncito y con el peso de una familia ignorante de lo que hace, la vida de Ray se vuelve cada día más complicada en cuanto el buena pieza de su padre sale de la cárcel. Un drama nunca especialmente duro, pero sí contundente. Siempre caminando la fina línea de lo incómodo. La familia, la lealtad, el dinero y el poder de imponer tu voluntad por cuantos medios sean necesarios son algunos de los temas recurrentes. Al final, deja bien clara cual es la línea que traza. Si lo hace Ray Donovan está bien. Si no, probablemente esté mal y Ray vendrá a hacértelo pagar más temprano que tarde.


Ray Donovan es en realidad la historia de los Donovan. De un padre y de unos hijos. De unos hermanos totalmente destrozados que no obstante consiguen permanecer unidos. El líder de la manada es Ray, arreglador diligente, duro, expeditivo y que nunca muestra remordimientos. Luego está Terry, ex boxeador con parkinson que se las arregla como puede con su gimnasio y Bunchy, a quien un abuso cuando era menor lo ha dejado sumido en el alcoholismo y la autocompasión. El cuadro ya era suficientemente malo sin que entre en juego el padre de las criaturas, un John Voight a tope que tras 20 años en el trullo sale para clamar venganza y disfrutar de la vida loca al tiempo que conoce a su cuarto hijo, el que tuvo con una mujer negra antes de ser encarcelado y al que los otros tres acaban de conocer.

Orgullo y preocupación del protagonista a partes iguales. Vaya tres patas para un banco...

Liev Schreiber consigue hacerse con uno de esos papeles que te pueden cambiar una carrera profesional. Porque aunque no es un recién llegado, tampoco ha destacado nunca especialmente. Pero en esta serie destaca. Destaca por su compostura, por su sobriedad interpretativa y porque sabe hacer suyo el personaje en cada frase, en cada gesto, en cada mirada. Es complicado componer un personaje tan parco, tan seco, tan distante y aun así lograr huir de tics o muletillas interpretativas. No caer nunca en el cliché. A este respecto, lo mejor que puede decirse es, simplemente, que Liev es Ray. Y es, en ese papel, insustituible. Pero si bien es cierto que Schreiber es el protagonista, esta serie no puede entenderse sin el papelón que se casca John Voight. Su Mick Donovan es auténtico y mentiroso. Capaz de lo mejor y de lo peor. Con un encanto personal arrebatador, pero carente de toda empatía. Y aunque vemos todo lo malo que hay en él, como espectadores no podemos más que quererle. El que comienza siendo el personaje más desagradable y criminal va poco a poco destapándose, simplemente, como un delincuente y horroroso padre de familia que no carece de sus valores morales, por muy torcidos que estos puedan parecer. Su modo directo y ventajista de afrontar las situaciones contrasta necesariamente con la forma de hacer las cosas de Ray, que prefiere optar por los intermediarios, por las amenazas y por rehuir los problemas a los que tarde o temprano va a tener que hacer frente. Esa es la razón de que el protagonista las vaya parando con el pecho una tras otra: Aunque es expeditivo y rápido con los trabajos profesionales, se vuelve increíblemente cauteloso con los problemas que le afectan personalmente. Mientras tanto, Mick hace del oportunismo un arte. Miente, sí. Pero la gran mayoría del tiempo le basta con hacer gala de su encanto natural y no decir toda la verdad. Es su modo de hacer las cosas.

Duelo de titanes: generacional, familiar, moral y por supuesto, interpretativo.

Ray es otro ejemplo de manual de hombre duro y expeditivo hecho a sí mismo. Un hombre que no duda, que no se cuestiona a sí mismo, un hombre para quien el fin justifica los medios. Que ha trabajado tanto para conseguir lo que tiene que su mayor miedo ahora es que se lo quiten. Incapaz de separar trabajo y vida privada, ambas cosas se funden en un revuelto peligroso cuando hablamos de mezclar  familia feliz en barrio bien con pistolas, extorsión y amenazas. Ray no vive al margen de la ley más que por cuestiones tangenciales. Él sigue la suya propia. Si la ordinaria puede ser de ayuda, le echa mano. Si no, aplica la Ley Ray Donovan. Que normalmente duele más y soluciona los problemas más rápido.

Para encargarse de esos asuntos Ray cuenta con dos ayudantes a cada cual más excéntrico. Por un lado está Lina. La "secretaria" lesbiana con tanto genio como problemas para dar con una pareja decente y por otro Avi, un ex-Mossad que da miedo, pero con sensibilidad y entendimiento de las relaciones interpersonales. Y al que le gusta cocinar. Casi nada. Ambos son los ojos, oídos, manos y lo que haga falta de Ray. Ambos lo apoyan sin hacer preguntas y entran directamente a la categoría de secundarios cuya desaparición haría la serie sensiblemente peor.

Avi y Lina son lo que Ray Donovan necesite: Secretarios, mensajeros, brazos ejecutores, alivios cómicos...

Al final, la serie engancha o asquea por el delicado equilibrio familiar que establece entre sus personajes. Engancha por lo muy a menudo que todos se comportan como se espera de ellos y asquea en las pocas ocasiones en las que se generan fricciones no siempre del todo justificadas. En cualquier caso, la línea de la temporada es continuamente ascendente y a altura de la mitad se marca una sucesión de capítulos a cada cual más intrigante, a cada cual más duro, a cada cual más impactante. Se quita los guantes de boxeo y empieza a repartir hostias al espectador a diestro y siniestro. A mano suelta. En Ray Donovan hay pocas florituras, pocas escenas de cara a la galería y ningún personaje queda del todo fuera de la trama por mucho que parezca estar al margen. Porque al final, los asuntos de familia se resueven en familia y los Donovan tienen bien claro que el vínculo de sangre no puede compararse a ningún otro. Eso no impide que existan traiciones, que los personajes tengan pasados muy turbios, que se den equívocos, problemas familiares y maritales, ajustes de cuentas y por qué no, uno o dos momentos felices, que también tienen derecho, qué carajo.

Ray intenta crear un ambiente familiar mejor que el que tuvo. Aunque con su pasado y su trabajo, los problemas son inevitables.

Indicaciones: Protagonista duro y sin remordimientos. Un Hombre de la cabeza a los pies. John Voight se sale. Lina y Avi. James Woods como secundario en los últimos capítulos. Aunque la serie tenga sus líneas rojas en violencia, sexo o tramas, nunca parece tenerlas. En definitiva, es coherente.

Contraindicaciones: No es una serie sobre una familia feliz. De hecho, nadie es feliz en esta serie.

Interacciones: Hell on Wheels posee un protagonista igual de resolutivo. A otro nivel por la diferencia de tono de ambas series, Barbie de Under the Dome es otro en la categoría "puto amo".

Efectos Secundarios: De mayor quiero ser Ray Donovan. Y que las mujeres se esposen a mi baño porque quieren que les dé lo suyo. Te reconcilia con John Voight. Agradecerás tener una familia my distinta a la de Ray Donovan.

2 comentarios:

  1. Me gusta esta review. No por el contenido, sino por la forma

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  2. Pues...
    Elegiré tomarlo como un cumplido. Así que gracias. xD

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