viernes, 5 de julio de 2013

La Fortaleza Digital

El primer trabajo del hoy afamado Dan Brown es un interesante ejercicio narrativo. Ágil, sucinto, casi esquemático. La estructura funciona durante casi todo el libro, pero cuando falla deja al descubierto las limitaciones de la obra. Ahonda poco en los personajes y cuando se convierten en el motor de la acción no podemos dejar de pensar que actúan movidos por el hilo invisible del autor, no por sus propias motivaciones. Aun así, es un agradecido entretenimiento perfecto para viajeros: Es ideal para leer en intervalos de diez o quince minutos.


La Fortaleza Digital ya apunta los temas recurrentes y las herramientas temáticas y narrativas que luego Dan Brown ha pulido en sus demás trabajos. Enigmas intelectuales, tramas de misterio más o menos inverosímiles, giros y cliffhangers al final de cada capítulo, personajes muy sencillos y fácilmente clasificables que el lector completa con su imaginación... Todo está ya en este primer libro.

La trama es sencilla: La amenaza de distribuir un código de encriptación indescrifable por parte de un exempleado del departamento de criptografía de los USA para que sea revelada la existencia de un superordenador capaz de desencriptar todos los mensajes cifrados del mundo. Haciendo frente a la crisis tenemos a la guapa y sagaz criptógrafa brillante; su políglota y perspicaz novio, profesor de universidad, que es mandado en misión secreta a España a por información vital para abortar el chantaje; y toda una galería de secundarios más o menos precedibles desde el jefe protector hasta el colega envidioso y suspicaz, pasando por el técnico quisquilloso, la burócrata implacable o el informático infalible.

El superordenador de la NSA consigue que encriptaciones como la de la Máquina Enigma sean un juego de niños.

La obra funciona como un reloj en su arranque, cuando ubica a todos los personajes en sus espacios y los empieza a mover a la velocidad del relámpago, con una sucesión brillante de capítulos breves que se leen como fogonazos de acción en sucesivas escenas cortas. A Brown no le tiembla el pulso para encadenar capítulos de una o dos páginas para capturar la atención del lector y dar juego a todos los personajes manteniendo la coherencia temporal, puesto que toda la obra tiene lugar en el espacio de unas 24 horas.

Sin embargo, cuando la historia deja de centrarse en el problema puramente matemático y criptográfico para dar paso a sucesos nacidos de las motivaciones de los personajes, flojea. No han sido suficientemente bien descritos y explorados para hacer funcionar esos capítulos. Se entienden las motivaciones de cada uno ya que los personajes están montados sobre estereotipos, pero la narrativa sucinta que ayuda a agilizar la lectura se demuestra insuficiente para ahondar en la psicología de los personajes. 
 
Dan Brown está muy verde desarrollando los personajes de la obra. La mejora en trabajos posteriores es probablemente insuficiente, pero evidente.

La Fortaleza Digital remonta en su tramo final, cuando todo se reduce de nuevo a pistas, claves, engaños y un tiempo límite que traerá la catástrofe. Aun así, el enigma final se antoja simplón, cogido por los pelos, como ideado desde la solución hacia atrás, con un único camino a la respuesta que a veces deja sensación de "ok, es un libro". Tres cuartas partes sucede con las escenas de acción, donde personajes que en cualquier obra de corte realista acabarían heridos, muertos o derrotados, logran aquí salvar la situación siempre por los pelos. "Ok, es un libro". 

El dilema seguridad vs. libertad y los límites de la privacidad son los grandes temas que subyacen y sobre los que no se reflexiona en absoluto.

Indicaciones: Lectura ágil y ligera. Capítulos fácilmente devorados. Ideal para leer en el tren o el autobús. La trama es a ratos tan transparente que te sentirás muy listo.

Contraindicaciones: Los personajes carecen de profundidad. Las escenas de acción se resuelven de maneras muy películeras, inverosímiles y siempre por los pelos.  El retrato de España es el de un país tercermundista lleno de gente desagradable y maleducada. La trama es a ratos tan transparente que te sentirás decepcionado.

Interacciones: Toda la obra de Brown, desde Ángeles y Demonios hasta Inferno. El Último Catón. Novela detectivesca y de misterio en general.

Efectos Secundarios: Fruncimiento de ceño cada vez que describe personas, lugares o comportamientos que el autor considera típicamente españoles o sevillanos. Genera cierta paranoia. ¿Nos vigilan? Personalmente, me ha planteado una duda: ¿Se puede mantener la estructura narrativa ágil de que hace gala la obra y depurarla hasta hacerla mejor o la única evolución posible es la narración más tradicional por la que Brown ha optado en sus novelas siguientes?

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