La
 última entrada en la franquicia protagonizada por Bruce Willis se ha quedado en los huesos. En sus 
escasos 95 minutos de metraje no hay espacio más que para la acción 
desenfrenada y adrenalítica. Atrás quedan las situaciones divertidas y 
diálogos chispeantes. Aquí solo queda sitio para persecuciones, tiroteos
 y explosiones. Y para que McClane acabe hecho mierda y quejándose de 
todo, por supuesto.
La
 Jungla: Un Buen Día para Morir es terriblemente esquemática y carece 
totalmente de una trama que importe más allá de ser la excusa que 
desencadena la acción. No hay ni una sola cosa que se le pueda quitar a 
su metraje o de lo contrario a la película le faltaría el mínimo 
exigible a un film. Esta película nos enseña una doble cara no exenta de
 ironía: tiene todos los elementos que caracterizan la saga (acción over
 the top, protagonista machacado y quejumbroso, asunción de cualquier 
trama por alocada que sea como la cosa más normal del mundo y total 
desinterés por la verosimilitud) pero nada del encanto de una trama que se va desarrollando a golpe de diálogos ingeniosos que nos ofrecían las otras películas. Aquí McClane no tiene tiempo para hacerse el durezas ante el malo ni para mofarse de nadie con algo de fuste. 
Porque además la película empieza mal, muy mal. Rusos hablando en ruso sobre 
algo que no sabemos qué es. McClane completamente fuera de lugar en 
Moscú. Una persecución donde no está muy claro quién persigue a quién; 
ni por qué.
Afortunadamente,
 en cuanto la película se toma dos minutos para que sus personajes 
principales interactúen, las piezas empiezan a encajar mejor. Porque el 
problema de la película no es que el espectador no entienda (por otras 
películas mil veces vistas) que McClane senior quiere arreglar las cosas 
con su hijo el duro que hace como que le desprecia, pero que en el fondo 
le quiere. El problema es que la película no parece tener ningún 
interés en tratar el tema. Y cuando lo hace (ya obligado porque llevamos
 casi 40 minutos de película y seguimos con cara de “¡¿pero qué cojones?!”),
 carece del mínimo gusto y te dispara a la cara diálogos alambicados y prefabricados.
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| Los protas no se sienten cómodos hablando, así que se expresan disparando juntos. Una nueva clase de terapia de familia. | 
Como
 decía, una vez metido en harina casi todos los defectos de forma y 
fondo empiezan a dejar de importar. Cuando los dos McClane deciden que 
su aproximación al problema (y por tanto la aproximación de la película 
al desenlace) va a ser literalmente “matar a los malos y montar un pollo
 de los tuyos, papá”, sabes que el tiempo para profundizar en personajes
 o tramas ha quedado relegada al resto de películas de la saga. Esto es 
acción Die Hard destilada. Con sus malotes con traits absurdos (en este 
caso uno de ellos come zanahorias y le gusta bailar claqué), sus 
insultos a los malos, su utilización de todo lo que se mueva, y lo que 
no se mueva también, con el único objetivo de destruirlo todo de la 
forma más espectacular posible y por supuesto su momento “¡Yippee 
ki-yay, hijo de puta!” de rigor.
La
 Jungla: Un Buen Día para Morir no es una buena película. Pero no es un 
mal entretenimiento. El nivel de satisfacción que se obtenga en su 
visionado dependerá en gran medida del aprecio que se le tenga a John 
McClane. Él es toda la película. Ni secundarios, ni villanos 
carismáticos, ni tramas especialmente complicadas pese a los esperables 
giros aquí y allá. Tampoco esperéis al McClane charlatán. Está en Rusia,
 no habla el idioma y está de vacaciones. En ese sentido nuestro héroe actúa como avatar del director, que parece estar también jodidamente de vacaciones, perdido en algún lugar donde no consigue hacerse entender ni darle sentido a casi nada. Así que ambos hacen lo que más les 
gusta y les divierte: matar a los malos y montar un pollo de los suyos.
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| En camiseta, ensangrentado y hecho mierda. Si no acaban así, es que has hecho la película mal. | 
Indicaciones: Amantes de la acción desenfrenada over the top sin problemas con la shake cam. Fans del McClane más destrozón.
Contraindicaciones: Quienes crean que Los Mercenarios son todo acción sin trama ni diálogo. Esta tiene todavía menos. Mareados por el abuso de la shake cam. Quien busque una película con fundamento.
Interacciones: El resto de la saga. Aunque solo sea para comprobar si realmente se había mencionado antes al hijo de John. Los Mercenarios. IDKFA muy alto y muy fuerte, mutherfuckers.
Efectos Secundarios: Nostalgia glasses sobre el resto de la saga. Pensártelo muy mucho antes de volver al cine para ver secuelas de sagas por las que tienes aprecio.
El Doctor Snack ha reclamado su derecho a un Diagnóstico Diferencial.
Contraindicaciones: Quienes crean que Los Mercenarios son todo acción sin trama ni diálogo. Esta tiene todavía menos. Mareados por el abuso de la shake cam. Quien busque una película con fundamento.
Interacciones: El resto de la saga. Aunque solo sea para comprobar si realmente se había mencionado antes al hijo de John. Los Mercenarios. IDKFA muy alto y muy fuerte, mutherfuckers.
Efectos Secundarios: Nostalgia glasses sobre el resto de la saga. Pensártelo muy mucho antes de volver al cine para ver secuelas de sagas por las que tienes aprecio.
El Doctor Snack ha reclamado su derecho a un Diagnóstico Diferencial.
 

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