lunes, 7 de octubre de 2013

La Sala 311

Monday Mornings, de la que hablamos aquí cuando se estrenó, se ha quedado en diez capítulos. Eso quiere decir que no ha convencido, pero no necesariamente que no sea digna de verse. Peca de ser en ocasiones blandita y es demasiado seria para poder encajar bien el característico humor de David E. Kelley, pero en el apartado de drama de médicos lo cierto es que tampoco tiene gran cosa que envidiar a nadie. Simplemente no ha cuajado.


Hay autores que saben cómo dotar de personalidad a sus creaciones y David E. Kelley es de esos. Puede gustar o no gustar, pero con dos rasgos definitorios, tres escenas y unos actores que no sean de corcho es capaz de hacer querible casi cualquier personaje. Monday Mornings triunfa por sus personajes y fracasa porque el género está sobado y Kelley no ha sabido decidir a tiempo el equilibrio drama-humor que quería para la serie. Resulta en general muy seria, pero está salpicada aquí y allá con las situaciones absurdas y dilemas nivel "poner ojos en blanco" que tanto le gustan a su creador.

Los personajes están bien, pero no dejan de ser avatares y clichés con patas, lo que viene muy bien para familiarizarte con ellos rápidamente, pero la mayoría carece de un fondo que los haga cercanos. El cirujano estrella que lucha por ser amable y no considerarse por encima de los demás; el doctor que solo atiende a la ciencia y trata con poco tacto a los pacientes; la doctora sensible; la que no puede desconectar del trabajo; el que hace siempre lo que cree que es lo correcto aunque sea ilegal o poco ético; el Jefe de Personal duro pero justo. Estos dos últimos son los que salen mejor parados, sobre todo porque tienen a dos actores muy capaces insuflándoles vida: el gigantón Ving Rhames es el jefe de Traumatología y el siempre solvente Alfred Molina es el Jefe de Personal.

Estos dos muchachotes son la cabeza, el corazón y el alma de la serie. Los demás dan variedad, pero sin estos no habría serie.

Tengo el firme convencimiento de que sin él encabezando el reparto no le hubieran dado luz verde a la serie. Molina posee uno de esos rostros afables que se pueden tornar amenazadores en un pestañeo. Es grande e impone si es necesario, pero también sabe mostrarse vulnerable y frágil si así lo requiere el momento. Mientras el ex-Octopus mantiene la macroestructura de los capítulos, Ving Rhames mantiene atada en corto la microestructura. El Jefe de Personal supervisa el capítulo, saca a relucir los temas del mismo y reflexiona o hace reflexionar sobre la ética y la legalidad. El jefe de Urgencias vigila las vicisitudes del día a día, se mezcla con sus compañeros dando unidad y propósito al resto de doctores y establece lo que está Bien, al margen de implicaciones legales.

La sala 311 es donde Molina imparte justicia. Mitad juicio, mitad clase magistral, sirve para que los actores se luzcan, pero apenas tiene repercusiones.

La gracia de la serie estriba en el hecho de que el Jefe de Personal llama a sus doctores a una sala (la 311) en la que pasa revista a sus actuaciones, les pregunta sobre lo que han hecho y el porqué. Normalmente los reprueba, bien sea por errores médicos, errores éticos o simples problemas de actitud. Lo cierto es que acaba siendo un recurso que por recurrente pierde su impacto muy pronto a pesar del aplomo con el que Alfred Molina encara cada caso, como si de un interrogatorio se tratara. Pierde impacto, primero, porque la mayoría de las veces se ve a la legua lo que va a echarles en cara. Luego, porque siempre que llama a alguien a dar explicaciones, sin excepción, le acaba atizando. Nunca llama para alabar. Y en tercer lugar pierde su impacto porque lo que en una serie de abogados funciona perfecto porque solo hay que dar cuenta de la disyuntiva Ley/Ética y Moralidad, en el caso de los doctores entra en juego el factor salvar la vida/no salvar la vida. No importa que alguien se salte las leyes e incluso sea éticamente reprobable si al final le salva la vida al paciente. Para la mayoría de los espectadores, cuando hay una vida en juego, el fin justifica los medios. Siempre.

En definitiva, Monday Mornings se queda un poco en tierra de nadie, pero a cambio nos ofrece un drama médico decente, con actores solventes y que se puede terminar de ver en tan solo diez capítulos. Deja algún cabo suelto, pero es muy menor y no debería ser un problema para quien quiera acercarse a este grupito de médicos comprometidos.

"Jo, tía, nos han cancelado". "¿Qué bajona, no?". La jungla televisiva es cruel. Porque anda que no hay series peores que acumulan temporadas.

Indicaciones: Fans de series de médicos. Reparto coral bien encabezado por Ving Rhames y Alfred Molina. Detallitos de humor muy David E. Kelley. Se deja ver fácil. Cuando funciona, es rock solid.

Contraindicaciones: Otra de médicos. No llega al nivel de humor que se espera de una serie de Kelley. La premisa de la sala 311 es interesante, pero no acaba de estar bien explotada. Aparición de temas recurrentes en las series del creador.

Interacciones: Retazos de Anatomía de Grey, una pizca de House, un casi impeceptible toque de Urgencias.

Efectos Secundarios: Todos queremos a Ving Rhames como colega de trabajo. A ratos hace ver la profesión médica con ojos comprensivos. Enchufarte Spider-Man 2 en auto porque ALFRED MOLINA.

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