lunes, 10 de junio de 2013

The Master

Cinco años después de Pozos de Ambición, el director y guionista Paul Thomas Anderson se embarca en una película extraña y elusiva. Una historia débil y anecdótica protagonizada por personajes poderosos e interesantes. Dentro de su irregularidad es una película tremendamente interesante que tenía ganas de ver, pero lamentablemente se desinfla minuto a minuto, tornándose simplemente cansina en su segunda mitad.


The Master arranca con Freddie Quell, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que está roto por dentro tras la misma, atrapado en el abuso del alcohol que él mismo prepara, mezclando todo tipo de líquidos industriales. La interpretación genial de Joaquin Phoenix realmente transmite la incertidumbre y el ansia violenta que rodea los actos bruscos e impredecibles de Freddie. Alcoholizado y obsesionado por el sexo, pierde un empleo tras otro, hasta conocer al segundo protagonista de la película.

Philip Seymour Hoffman interpreta a Lancaster Dodd, un excéntrico y carismático líder. Lancaster es la cabeza visible de una secta, y aunque Freddie es el protagonista absoluto, el personaje interpretado por Hoffman no se queda atrás. El caso es que Freddie ve en Lancaster un mentor al que seguir, alguien que puede ofrecerle algo, ya sea salvación, consuelo o simplemente un lugar al que pertenecer. Lo que Lancaster ve en Freddie ya resulta más opaco, variando su tratamiento desde la amistad hasta el objeto de estudio, resultando intrigante si realmente el manipulador Lancaster puede ser amigo de alguien.

Alcohol casero, terapia psicológica y cigarro.

En ocasiones la película parece contar una extraña historia de amor platónico, con sus arreglos y desencuentros, sus desaires propios o imaginados, sus peleas y reconciliaciones. Pero a cada escena me encontraba más incómodo, menos expectante, y desgraciadamente, más aburrido. Intentando ver qué es lo que la historia tenía que ofrecerme, me di cuenta que no había por donde cogerla.

La película no va más allá de mostrar cuán magníficos actores son los dos protagonistas. La espera de una trama no resulta más que en una sucesión de anécdotas sin consecuencia. La posibilidad de que ahonde en la Cienciología que sirvió de inspiración para filmar la película queda abandonada. Cualquier idea que el autor podría tener a la hora de realizarla parece perderse por el camino. Visualmente impactante y bella, la trama de la obra está vacía, hueca, y a medida que los dos personajes se agotan el uno al otro, el que realmente se cansa de lo que la película no está contando soy yo.

No importa la brillantez de los personajes si no tienen nada que contarte, nada que transmitir.

Indicaciones: Para gente capaz de disfrutar de lo visual o deseosos de ver interpretaciones magistrales a cualquier precio.

Contraindicaciones: Aquellos que deseen que una película, sobre todo si se extiende más allá de las dos horas, cuente algo, transmita algo. 

Interacciones: Esta es su obra más floja. Boogie Nights es más interesante y Magnolia es para mi gusto una maravilla imprescindible.

Efectos Secundarios: Buscar en el subtexto y más allá los matices que te hayas podido perder de la película, sospechando que tal vez no la hayas entendido. No merece excusa, lo que ves es lo que hay.

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