lunes, 27 de mayo de 2013

Dar en la Diana

Arrow ha conseguido en una sola temporada lo que Smallville no consiguió en todos sus años: Que me la tome en serio. Arrow no es material HBO. Flaquea en algunos personajes y tramas. No le sobra el dinero. A ratos marea la perdiz sin necesidad. Pero no se acobarda. Conforme avanzan los capítulos sienta sus bases de manera sólida y aunque nunca podrá ser nada más que "esa serie del arquero", cumple con suficientes requisitos del manual del buen entretenimiento como para ser disfrutable.


Arrow se ha destapado como una estimable serie y una grata sorpresa esta temporada. Tras iniciativas anteriores como Smallville, muchos temíamos toda la ñoñez del mundo, tramas episódicas intrascendentes, cameos absurdos y por supuesto un héroe que ni diera la talla, ni vistiera el uniforme de manera regular. Pues bien, Arrow puede considerarse, con todas las reservas que se quiera, la mejor serie de Batman en imagen real que hasta ahora se ha realizado. El uniforme es una constante, la metatrama tiene su interés, el personaje se permite ir ampliando su círculo de confianza y la identidad civil y heroica se entrelazan a veces para bien, pero casi siempre para mal. Como tiene que ser.

Lo bueno de Arrow es que tiene algunas ideas muy claras desde el principio y se atiene a ellas sin contemplaciones. En Arrow la gente muere. Muchas veces de un flechazo del titular. En Arrow el protagonista viste el uniforme siempre, salvo fuerza mayor. En Arrow los personajes se pueden engañar entre ellos, pero el espectador siempre sabe la verdad. En Arrow hay acción en cada capítulo y está moderadamente bien rodada y con buen ritmo. En Arrow hay flashbacks y duran mucho o poco, según si lo que tienen que contarnos es más o menos interesante que la trama del capítulo.

La broma es burda, pero refleja una realidad. Millonario, atlético y con acceso a alta tecnología, Arrow es como Batman. Solo que mata a los malos.

Claro que también tiene sus cosas malas. Arrow sufre el síndrome del personaje veleta y del personaje forever angry. El veleta es su amigo de toda la vida, que ahora son uña y carne, luego lo odia. Ahora decide ir a por la exnovia del prota, luego decide que no. Al pobre la trama lo mueve como una marioneta. El forever angry es el padre del interés romántico del prota. Un policía casado con su trabajo, terriblemente quemado con todo y con todos que tarda hasta el final de temporada en pensar como una persona y no simplemente reaccionar a todo con un "estoy muy quemado, todo es una mierda, no me creo nada". Añadamos los encontronazos no siempre lógicos entre Arrow y su ayudante negro y bueno, digamos que la tensión y los problemas de la serie no siempre vienen de tramas bien montadas. ¿Convenientes? Seguro. ¿Lógicas? No tanto.

Poniendo los pros y los contras en la balanza, Arrow no se libra del aprobado justito. Lo que pasa es que, aunque se quiera, no se pueden valorar todas las series igual. O al menos yo creo que no se puede. Si en Homeland, por ejemplo, un personaje no está bien definido y sus acciones están cogidas por los pelos y no tienen mucho sentido, se cargan la serie. Porque va de engaños, conspiraciones y comportamientos duales e interpretables. En Arrow que un personaje sea un poco veleta no afecta especialmente. Ambas caen la misma incongruencia, pero yo no lo valoro igual. No es lo mismo que Eva tenga unos efectos especiales limitaditos a que los tenga Transformers. Pues no es lo mismo. Porque cada producto va de lo que va y tiene sus puntos fuertes.

Hermana problemática, sidekick, amigo del alma e interés romántico. A la hacker hottie le reservo su propia foto.

Y Arrow es fuerte en lo que importa. Es fuerte en atraer la atención del espectador. Con asiduidad tiene la costumbre de cerrar el capítulo con un cliffhanger dentro de un flashback. No tiene mucho sentido, pero funciona porque interesa. Arrow es también fuerte en su cabezonería. El héroe lleva la capucha, el héroe dispara flechas y el héroe reparte estopa. Sus sidekicks le ayudan en tareas auxiliares. Es así y punto. Tiene también un buen villano. No lo enseñan demasiado para no sobreexponerlo, pero cada vez que se le ve dejan claro que es bueno. Mejor que el héroe, de hecho. Y sin necesidad de kriptonita, oiga. Simplemente es un badass de mucho cuidado.

Y ya está. Realmente Arrow no necesita mucho más. Tres señoritas luciendo palmito para que puedan ser intereses románticos de alguien, tres o cuatro escenarios recurrentes para que el espectador nunca esté perdido, una o dos ocurrencias ingeniosas para tramas de capítulos aquí y allí... y listo. Así que no, Arrow no es la hostia. No es la serie que ha venido a brindar un nuevo paradigma (ni siquiera para las series de superhéroes), pero es la serie que entretiene dando lo que promete.

Emily Bett Rickards, AKA Felicity Smoak, no levanta pasiones en Internet. Todavía. Pero es una belleza a la que en la serie, para mi deleite, le ponen gafas.

Indicaciones: La mejor serie de supers de imagen real. Abre el camino para quien tenga los arrestos de hacer un Batman decente para televisión. Fans de Manu Bennet, que pulula petándolo por los flashbacks. Entretenimiento puro y duro, sin complejos. Los malos, you know, mueren. La moralina va en otros sitios.

Contraindicaciones: Es una serie de puro escapismo. Poco o nada que aprender de aquí. Algunos personajes son marionetas de la trama, sin dirección propia. Algunas situaciones se resuelven muy... a la ligera.

Interacciones: Puedes ver Smallville. Bajo tu responsabilidad. Series de puro escapismo y sin complejos, primas hermanas de Arrow pese a las diferencias temáticas como La Leyenda del Buscador. Siempre puedes tirar a los comics de DC o sus pelis animadas para saber más del personaje.

Efectos Secundarios: Inventar nombres para los sidekicks sin mucho sentido: Black Arrow, Hottie Arrow... Exclamar "joder, parece Batman" al menos una vez cada dos capítulos. Seguir impresionado después de una docena de capítulos de que el protagonista mate de verdad a los malos.

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