miércoles, 10 de abril de 2013

Radiografía: Procedimiento Estándar

Ah, las series procedimentales. Ya sean sobre policías, abogados, médicos o políticos. Esas series que disfrutan de los entresijos del proceder de una profesión que a muchos nos resulta ajena y la hacen entretenida a base de mucha manga ancha. ¿En que consiste una serie procedimental y por qué funcionan pese a sus carencias? Veamos...


Lo básico en una serie procedimental es la estructura. Esta arranca con un problema, normalmente un crimen dada la naturaleza policial de la mayoría de series procedimentales. Es la resolución de dicho problema en un solo capítulo lo que las caracteriza. Para ello, el problema se emborrona y da giros a lo largo de la duración del episodio, con cuantas pistas falsas sean necesarias. Es al final y solo al final, el más que conocido "síndrome del minuto 37", cuando el protagonista averigua la verdad de lo sucedido y se procede con el desenlace.

House: "Que me parece bien todo, pero tu cháchara acaba de darme una idea. Hasta luego, comediante".

Esta aproximación sistemática y predecible, interrumpida tan solo en esporádicos capítulos dobles, normalmente a finales o mitades de temporada, permite que cualquiera pueda divertirse con un capítulo independientemente de que siga la serie fielmente o no. Esta estructura granítica puede perjudicar el desarrollo de los personajes, siempre atados al trabajo que realizan capítulo tras capítulo, y suele ser un punto habitual de crítica para estas series.

Son precisamente los personajes quienes distinguen una serie procedimental buena de una que no lo es tanto. Son los personajes bien definidos y que dan juego los que hacen de una de estas series algo atractivo. Si bien la evolución de los personajes suele ir en una dirección muy concreta, la de molar más y más a cada temporada, es precisamente su carisma lo que las impulsa. No importa que en algunas temporadas los encontremos de bajón, dicho obstáculo no es más que una valla que saltar in the way of petarlo.

Ir a Brasil a vengar a tu esposa, casarte con tu mejor amigo o ser demandada por impartir megajusticia. Quién dijo miedo.

Las tramas de los capítulos son intercambiables, están ahí para hacer que los personajes se luzcan, no para cansar al espectador. Son una parte más del decorado, del setting, pues la auténtica trama es el propio protagonista. En estas series los personajes son el todo. Como muestra, un experimento que muchos aficionados a estas series pueden hacer. ¿En cuántas series la sorpresa de la trama consistía en que el MacGuffin era la bigamia? Un, dos, tres, responda otra vez: CSI, tanto Las Vegas como Miami. Castle, Bones, Life, The Closer... hasta en House pasaba con un enfermo.

El caso es que si no te interesan o atraen los personajes de una procedimental, difícilmente la trama podrá atraparte, ya que esa misma trama la podrás ver en otra serie con personajes más de tu agrado. Es decir, que sin interesarte la actitud de Patrick Jane, no vas a ver El Mentalista, sin disfrutar de la buddy movie permanente en la que viven los protagonistas de Hawai 5.0 te parecerá un anuncio de la agencia de turismo de las islas.

De la serie "para molar hay que molarse", la imagen promocional de Hawai 5.0

En conclusión, los personajes y su proyección hacia versiones más definidas y en ocasiones exageradas de ellos mismos son lo que conforman el núcleo atractivo de una procedimental, no su punto más débil como en ocasiones se señala. No hay más que ver la cantidad de spin-offs que generan estas series, NCIS: Esto y lo otro, Ley y Orden: Unidad de movidas raras, CSI: Saskatchewan... Lo mismo daría, siempre y cuando tus personajes molen desde el principio y los encarriles hacia petarlo o ser cancelados.

Cuando busques una procedimental que seguir, pregunta por el personaje, no por la trama, y serás feliz.

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