La cuarta temporada de Black Mirror apuesta por la variedad de ambientes. Y en general la apuesta le sale bien. Como siempre, cada espectador encontrará en función de sus gustos más o menos atractivos cada uno de los capítulos, pero las líneas temáticas y los modos de hacer de la serie están firmemente establecidos a estas alturas. Repasando la temporada capítulo a capítulo quizá hemos encontrado que las resoluciones de los mismos nos han dejado un poco fríos en más ocasiones de las que nos gustaría, pero también es cierto que Black Mirror siempre ha sido más de plantear preguntas y lanzar situaciones que de darles una resolución o un final contundente y narrativamente redondos y satisfactorios. Aun así, no hubiese estado de más en alguno de los episodios de este año.
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