Esta no es una entrevista sobre Albert Monteys ni sobre Marcos Martín.
Ni sobre ¡Universo! ni The Private Eye. En realidad se trata de la historia de
una filosofía. La historia de una manera diferente de entender cómo debe ser la
relación de los autores de cómic con sus lectores. Que la plasmación actual de
esa filosofía sea Panel Syndicate es casi lo de menos. Parafraseando a Alan
Moore, detrás de ese nombre hay algo más que las personas de Marcos Martín y
Brian K. Vaughn. Detrás de Panel Syndicate hay una idea y las ideas, como
sabemos, son a prueba de balas.
La idea arranca en 2013, cuando sin tenerlas todas consigo, Marcos
Martín (Barcelona, 1972) lanza junto al guionista estadounidense Brian K.
Vaughan (Cleveland, 1976) la plataforma de distribución digital con precios
libres Panel Syndicate. ¿Ha funcionado? En contra de todas las expectativas,
sí. Pero eso no hizo los primeros meses menos inciertos para el dibujante
barcelonés...
En contra de toda lógica
Marcos Martín: La
verdad es que no sabíamos lo que iba a pasar, no teníamos ni idea. Nuestro
planteamiento era probar para ver qué pasaba y si no funcionaba (que era lo más
probable) teníamos una especie de plan B para cerrar a los tres números, que
fue el margen que nos dimos para ver si realmente ganábamos tracción o no.
Parte del problema fue que no sabíamos si empezaríamos con muy pocos lectores a
los que iríamos sumando más número a número o si arrancaríamos fuerte por la
novedad y luego los lectores se irían cayendo o... La gente a la que le explicaba
el proyecto flipaba bastante. No entendían que eso pudiese funcionar. Pero
afortunadamente mi entorno más cercano, el que me afecta, me apoyó. Montse (su
esposa) me apoyó en todo momento. El hecho de que
hayamos llegado a diez números y hayamos incorporado a Albert (Monteys) con otra serie (¡Universo!) quiere decir que Panel Syndicate, en contra
de toda lógica, funciona.
Albert Monteys (Barcelona, 1971)
se incorpora al elenco de autores de la plataforma de Martín y Vaughan hace
casi año y medio, pero su primera experiencia con la distribución digital se la
encuentra con la revista satírica Orgullo y Satisfacción, pues su primer número
precede al estreno de su colección ¡Universo! para Panel Syndicate. Monteys ve
claras similitudes y diferencias entre ambos proyectos.
Arriesgado, pero no tanto
Albert Monteys: Creo
que tanto The Private Eye como Orgullo
y Satisfacción son dos proyectos que aunque por formato pueden ser
arriesgados, iban a arrastrar gente. Por un lado tenemos a Marcos Martín y
Brian K. Vaughan que son nombres conocidos de la industria del cómic. Y en el
caso de Orgullo veníamos de un
estallido de promoción por lo de la portada de la coronación de El Jueves. Así que son dos proyectos que partían de
una base más sólida que si se hubiese tratado de autores poco conocidos o sin
nada de promoción (independientemente de la calidad de la obra) y que de
repente prueban suerte con este modelo. Probablemente su proceso para ponerlo
en marcha hubiese sido mucho más lento y las posibilidades de fracasar hubiesen
sido mayores.
M.M.: Yo siempre me preguntaba por qué esta apuesta no la hacían los
grandes nombres de la industria americana, que ya de base arrastrarían a su
fandom. Me lo preguntaba incluso antes de plantearle la idea de Panel Syndicate
a Brian K. Vaughn.
Con una plataforma de
distribución digital abierta a un mercado potencial de 6000 millones de
personas, es complicado medir qué es tener éxito. Incluso es difícil definir a
qué público te diriges, porque quizá tus lectores digitales no sean los que tú esperabas.
La insondable Internet
La insondable Internet
M.M.: El asunto es que en Internet estás al alcance de todo el mundo y al
mismo tiempo compitiendo con todo el mundo. Con gigabytes y gigabytes de
información por segundo.
A.M.: Es muy distinto comparado con una librería de cómics en la que solo hay
tebeos y la gente ha ido específicamente para eso. Compara eso con 6.000
millones que están ahí... pero que están
siendo distraídos constantemente. Además, la mayoría ya son incapaces de
soportar un vídeo de más de treinta segundos. Está comprobado que si un vídeo dura
cuatro minutos, la gente se agobia. Entonces ¡cómo les vas a vender un cómic de
32 páginas! Estamos trabajando en mundillos. En entornos muy reducidos.
M.M.: Nuestra experiencia nos dice, además, que el lector de tebeos de papel
y el lector de tebeos digitales apenas se solapan. Son dos lectores distintos. Una
prueba: Uno de los últimos números de Saga llevaba anuncios de las
nuevas series de Brian, entre ellas una página entera anunciando The
Private Eye. Con toda la información.
"Ya puedes conseguir la colección completa de diez números. Solo en
digital. En panelsyndicate.com. Brian K. Vaughan. Marcos Martín. Muntsa
Vicente". Con una ilustración, etc. etc. Saga tiene una distribución de
unos 70.000 ejemplares. Y no tuvo ninguna incidencia. Nada. Yo pensé que como
mínimo habría visitas. Descargas igual no. Pero visitas. Gente que mirase al
menos lo que es. Nada. ¿Podría ser que todo el mundo que lee Saga y que pudiera
tener un interés en The Private Eye ya
lo conozca? Podría ser, pero no lo creo.
A.M.: Existe una distancia difícil de salvar entre el papel y el mundo digital.
Hace unas semanas lo notamos. Nos entrevistaron en Jot Down y ahí sí se ha
notado un pequeño pico. Tampoco nada del otro mundo, pero ha habido unos días
que ha subido y se ha notado. Porque Jot Down está en una web y ahí, cuando
pone "Panel Syndicate", se trata de un hipervínculo. La gente pulsa y
automáticamente te redirige. En papel tienes que acordarte de mirarlo más tarde.
Yo creo que el impacto de la publicidad en papel no se nota en el momento pero
es muy posible que, a la larga, de ahí salgan lectores que durante los próximos
meses se acuerden y un día que estén aburridos delante del ordenador digan:
"¡Hostia, aquello!" y visitarán Panel Syndicate. Pero es verdad que es
más trabajo y que en Internet todo lo que suponga un trabajo extra... Por eso
me parece tan mágico que la gente pague. Porque supone un esfuerzo y en general
en Internet la gente no quiere esforzarse nada. Y ya no es tanto por el hecho
de pagar, sino por el hecho de que tienes que entrar en una web, luego meter
una contraseña, etc. Ese lector tiene un compromiso con el tebeo que me parece
fantástico.
M.M.: Para intentar romper esa barrera, aunque sea un riesgo, ofrecemos la posibilidad de bajarse el tebeo gratis. Es un peligro, pero creo que hay que asumirlo. No hay que pensar en la gente que se lo baja gratis como en ventas perdidas, sino como en posibles compradores en el futuro. Es como entrar en la tienda y hojear el tebeo. Nosotros ofrecemos eso. Y creo que la gente en general responde bien. Hay muchísima más gente que se lo descarga gratis que la que paga, pero...
A.M.: Yo es que entiendo que la gente que se lo descarga gratis en algún momento pagará. Hay descargas gratis que en lo que consisten es: Llega un lector, se baja el último número, paga X y ya el resto se los descarga gratis porque también se entiende que hacer a la vez veinte pagos separados por veinte tebeos es muy engorroso... En realidad hay un montón de fórmulas y cada cual puede tener la suya. Incluso me escribe gente que me cuenta que se lo ha descargado gratis porque no tiene Paypal, porque ahora mismo no tiene para gastar en tebeos, porque... Pero que me dicen que su intención interna es pagar por ello en algún momento. Y que cuando se bajen alguno de los siguientes números ya me pagarán.
M.M.: Para intentar romper esa barrera, aunque sea un riesgo, ofrecemos la posibilidad de bajarse el tebeo gratis. Es un peligro, pero creo que hay que asumirlo. No hay que pensar en la gente que se lo baja gratis como en ventas perdidas, sino como en posibles compradores en el futuro. Es como entrar en la tienda y hojear el tebeo. Nosotros ofrecemos eso. Y creo que la gente en general responde bien. Hay muchísima más gente que se lo descarga gratis que la que paga, pero...
A.M.: Yo es que entiendo que la gente que se lo descarga gratis en algún momento pagará. Hay descargas gratis que en lo que consisten es: Llega un lector, se baja el último número, paga X y ya el resto se los descarga gratis porque también se entiende que hacer a la vez veinte pagos separados por veinte tebeos es muy engorroso... En realidad hay un montón de fórmulas y cada cual puede tener la suya. Incluso me escribe gente que me cuenta que se lo ha descargado gratis porque no tiene Paypal, porque ahora mismo no tiene para gastar en tebeos, porque... Pero que me dicen que su intención interna es pagar por ello en algún momento. Y que cuando se bajen alguno de los siguientes números ya me pagarán.
M.M.: A mí me parece fascinante. Cada mañana desde hace dos años miro Paypal a
ver si alguien ha comprado. Y en dos años, cada día, siempre hay ventas. No ha
habido ni un solo día en el que no haya habido ventas. Y cada día me levanto,
lo miro... y me fascina. Porque alguien ha venido a la web y ha comprado.
Sin duda algo de mágico sí que ha tenido todo el periplo de The Private Eye. La apuesta ha salido bien. Más de dos años de trabajo y diez números después, el cómic está finalizado y forma parte del pasado de Marcos Martín. Ahora puede mirar al futuro. Y disfrutar un poco de lo conseguido. Pero solo un poco.
¡Debería estar trabajando!
M.M.: Ahora mismo estoy descansado y relativamente feliz por haber llevado The
Private Eye a buen puerto. A veces me
pasa que lo pienso y me emociono, porque son muchos años desde que nace la idea.
Dices "¡He hecho algo con mi vida! ¡Ha servido para algo!".
A.M.: No es solo haber acabado un tebeo, sino haber llevado a cabo una idea
muy loca de proyecto editorial. Te mereces unas minivacaciones.
M.M.: En realidad tengo algo entre manos. ¡Ahora mismo debería estar
trabajando! He dado el primer paso de todo nuevo proyecto que es abrir la
carpeta en el ordenador con el título e incluso hay cosas dentro y todo. Pero
prefiero no decir el título porque entonces la gente lo tiene ya en la cabeza y
vendrá "oye que pasa con X...". Así que de momento prefiero que sea
todo más abstracto.
The Private Eye es un tebeo
notable. Contemporáneo y futurista, casi profético; formalmente innovador y
narrativamente experimentador. Una ventana a un mundo luminoso, deprimente,
cautivador, cínico y esperanzado. Un mundo en el que un personaje, el abuelo
del protagonista, nos lleva de la mano.
M.M.: El abuelo estaba diseñado para ser un ancla dentro de nuestra realidad
en ese futuro. Estaba muy claro ya desde la propuesta de la serie, desde la
premisa que me envió Brian en la que tenía separados los personajes. Y era el
personaje con el que claramente se iba a identificar todo el mundo. Solo leído
sobre el papel me bastó para decirle que iba a ser el personaje clave. Que iba
a ser el personaje con el que se va a identificar el lector, más que con el
protagonista y más que con cualquier otro. Porque el abuelo somos nosotros. Y
está construido así adrede.
En un futuro en el que los
secretos de la gente se han hecho públicos y en el que la privacidad es el bien
más valioso, sorprende encontrar un protagonista que apenas proteja su
identidad con una capucha y un sombreado de ojos. Pero todo tiene su
explicación...
M.M.: La idea original de Brian era, visualmente, una especie de The Spirit.
Tal y como lo describía llevaba un antifaz atado y un sombrero. Pero
visualmente no me atraía dibujar eso porque está ya muy visto, ¿no? Pensando en
mantener la idea del antifaz pero que fuera otra cosa se me ocurrió que llevase
solo los ojos pintados. ¿Si tiene lógica en un mundo donde todos llevan
máscaras tan completas? Ahí hay una pregunta que queda en el aire y que nadie
se ha hecho, pero que yo se la hice a Brian cuando discutimos este aspecto del
personaje. Le dije que en realidad tampoco nadie sabe si esa es su cara de
verdad. Podría ser que se tape solo los ojos, sí, pero que en realidad lleve
una máscara completa indistinguible de un rostro como
las que se ven a lo largo de la colección. Al fin y al cabo su abuelo es
blanco y él es negro. Eso son incógnitas que no vamos a desvelar. ¿Es esa su
cara? ¡Haceos esa pregunta!
En mitad del proceso de creación
de The Private Eye, en Panel Syndicate sienten la necesidad de hacer extensivo
su modelo de publicación a otros autores. Ahí entran en juego Albert Monteys y
¡Universo! Una oportunidad para crear sin injerencias. Una libertad que Monteys centró muy rápido en la ciencia ficción.
El país de Haz lo que Quieras
El país de Haz lo que Quieras
A.M.: ¡Universo! nace cuando hará cosa de año y medio me llama Marcos
y me comenta que le gustaría ampliar el número de series y autores de Panel
Syndicate donde ya lleva unos meses
publicando The Private Eye. Piensa
que la idea de pagar lo que se quiera por un cómic digital sin DRM podría
interesar a más autores. Así que me propone desarrollar la idea que quiera.
La mayor parte del público me conoce por los tebeos de humor, pero
siempre he sido muy aficionado a la ciencia ficción más clásica, más pura, más
hard. De hecho, mi primer cómic en solitario es Calavera Lunar, que es humor en
un entorno de ciencia ficción. Así que cuando me plantea la posibilidad de
hacer una colección, lo primero que me viene a la cabeza es la ciencia ficción.
Mi idea original era emular los tebeos de DC de ciencia ficción de los
60 que leía de pequeño en ediciones de Novaro. Aquellos que en la portada
presentaban una premisa muy loca que luego el tebeo no sabía desarrollar.
"Un astronauta lleva 20 años fuera de la Tierra y al volver... ¡Hay dos
Tierras!". Y resulta que la historia era una estupidez. Pensé en hacer ese
tipo de historias autoconclusivas pero que realmente funcionasen. Decidí que
todo tuviera lugar en el mismo universo. Que hubiera una cierta coherencia
entre las historias aunque estas sean muy diversas. Y todo eso nace del encargo
de Marcos de decir "haz lo que quieras".
Pero si un gran poder conlleva una gran responsabilidad, una gran
libertad conlleva grandes preocupaciones. La primera, qué hacer, ya estaba
superada. La segunda, cómo llevarlo a cabo, iba a exigir más esfuerzo.
Dando a luz ¡Universo!
A.M.: ¡Universo! ha sido como un parto. Pasar de historias
cortas a una narrativa más tradicional de tebeo ha sido la parte más
complicada. Porque estoy acostumbrado a trabajar en historias breves con un
guión muy básico. Por ejemplo: En cada número de El Jueves publicaba un
chistecillo. Algo que dentro de una narrativa más amplia sería simplemente una
escenita corta y contado con una narrativa muy de teatro: un personaje de
cuerpo entero; un personaje de plano medio. Solo muy de vez en cuando algo un
poco más creativo.
Pasar de eso a una narrativa más compleja con un arco argumental,
estructura de tres actos y páginas en las que hay que narrar acciones complejas
y explicar conceptos bastante sofisticados... El primer número fue un parto
largo. Quizá el segundo no tanto y en el tercero, cuyo guión estoy acabando
ahora, está siendo otra vez un parto. Supongo que me pasa lo de mi primer año
en El Jueves, que fue un infierno
hasta que me acostumbré a hacer historias de una página cuando yo venía de
hacer historias de diez o veinte. Ahora el proceso está siendo a la inversa,
acostumbrándome a explicar historias más largas y a desarrollar personajes de
una manera distinta.
En un semanario desarrollas los personajes poco a poco, añadiendo detalles aquí y allá y en ¡Universo! como (en principio) solo salen en un número, tienes que dar pistas muy rápidas de quién es quién para que se entienda todo. Y a nivel de dibujo ha habido un cambio de registro hacia un estilo más naturalista, no tan caricaturesco; aunque creo que se sigue viendo que es mío.
Esa ha sido la parte más divertida, porque a mí me cuesta menos dibujar
que escribir. Para mí es un proceso más fluido. Más de dejarme llevar. Con ¡Universo! me lo paso genial. Sobre todo con esas
grandes páginas con gente de fondo o cuando consigo resolver bien una ecuación
narrativa complicada. Son momentos muy divertidos. Aunque ha habido también
momentos de tirarme del pelo.
De manera invariable, los autores
parecen vivir en un continuo estado de insatisfacción. No es por falsa
modestia. No es por una autoexigencia exacerbada. Es por la propia naturaleza
del proceso creativo. Ni Marcos Martín ni Albert Monteys escapan de la montaña
rusa anímica en su trabajo. Martín incluso tiene cierta tendencia a decir que él
no sabe dibujar...
La montaña rusa creativa
M.M.: Debería ir con cuidado con esa frase, ¡porque la digo mucho! Pero es
que a nivel académico veo dibujantes que hacen cosas de las que soy incapaz. Y
por otro lado, existen otros dibujantes que a nivel de narración o de
sofisticación o de lenguaje del medio tampoco estoy a su altura. ¡Y entonces me
digo que soy una mierda! Aunque eso me impulsa a mejorar. De todas maneras no
me gusta demasiado criticarme en público porque si a la gente le gusta tampoco
voy a ser yo el que me eche piedras sobre mi propio tejado. Yo sé las cosas que
más o menos hago bien, pero tampoco tiro cohetes. Porque podría hacerlo mejor.
A.M.: Todo proceso creativo tiene momentos buenos y malos. Y muchas veces
están injustificados. Hablando con otros dibujantes descubres que todos pasamos
por el mismo proceso: Primero tienes la idea y estás entusiasmado. Cuando la
estás desarrollando empiezas a tener mil dudas y a pensar que no funciona. Y
cuando estás ya al final de cada obra, lo tirarías todo por la ventana; pero
como ya lo tienes hecho y hay gente que lo espera... Lo publicas. El parto ya
se ha realizado y si ves que a la gente le gusta, te relajas. Será que no está
tan mal. Y así empiezas otra obra. Se trata de un proceso con constantes altos
y bajos. Creo que forma parte del proceso de hacer tebeos. He leído a Brian K. Vaughn
sobre el proceso de escribir y dice exactamente lo mismo. Nuestra vida es una
montaña rusa de autoodio y momentos de...
M.M.: ¡Euforia!
A.M.: Forma parte del trabajo.
M.M.: Es un poco loco, un poco esquizofrénico.
A.M.: Hay una máxima que he ido viendo con el tiempo y que es real. La gente
que en general está muy orgullosa de su trabajo suele hacer peores cosas. En el
mundo del cómic y en general. Yo estuve un tiempo de director de El Jueves y me llegaba gente con sus trabajos. El que
venía y decía "a ver qué te parece, no estoy del todo contento", etc. normalmente
traía cosas que valían la pena y los que venían "a ver cuándo empiezo a publicar
porque esto es la hostia", te traían basura. Porque no tenían autocrítica y no
tenían manera de autoregularse. Su madre les decía que estaba muy bien y ellos
se lo creían y ahí se acababa la historia. En realidad, el mismo acto creativo
lleva a esa autoexigencia. Lo cual no significa que seamos falsamente modestos.
Yo estoy contento de todos los tebeos que he hecho y me gustan todos. Pero pese
a todo, somos capaces de ver lo que podría mejorarse.
Con euforia o con depresión, cada día ambos artistas se
enfrentan a la página en blanco. Ambos optan por la mesa de dibujo frente a
métodos más modernos. Pero cuando dibujan para un tebeo digital, han de tener
en cuenta el soporte al que se dirigen. Eso incluye, entre otras cosas, el
ritmo de la narración o elegir entre formato vertical u horizontal.
Ajustarse al formato
M.M.: El panorámico me parece el formato ideal simplemente porque las
pantallas de ordenador tienen ese formato. Aunque eso puede que cambie con la
existencia de las tablets, que son quizá el soporte ideal para leer un cómic
digital, ya que puedes girarlo y leerlo en vertical. Desde luego, el formato
apaisado no es una condición sine qua non de Panel Syndicate.
A.M.: A mí me parece muy natural. En realidad los cómics y los libros son
verticales por una cuestión de que su formato así lo exige: Es más cómodo para
ponerlos en estanterías y necesitas un lomo para darle solidez, pero en
realidad todo lo que vemos en el mundo audiovisual, es apaisado. Mucho más
parecido a la visión que tenemos de las cosas. Así que creo que la tendencia
hacia lo apaisado es muy lógica. En Orgullo cogimos muchas ideas de Panel Syndicate y esta nos parecía muy obvia y agradable para leer. Nadie se ha
quejado nunca del formato. No sé si será estándar en algún momento porque la mayoría
de industria digital va a remolque de la del papel, son tebeos de papel a los
que se les da una segunda oportunidad y por tanto en digital no les van a
cambiar el formato. Pero si trabajas directamente en digital seguramente sí que
es muy natural hacerlo en apaisado.
M.M.: Cuesta un poco ajustarse porque es diferente por la dirección de
lectura que tiene. Yo tiendo mucho a dividir la página en dos tiras y eso hace
que el ojo tenga que hacer un recorrido muy largo de izquierda a derecha y
después una diagonal muy fuerte de nuevo abajo a la izquierda. Quizá es más
natural de lo que a mí me parece, porque la verdad es que no he tenido quejas
de los lectores en ese sentido, pero a mí me da la sensación de que fluye un
poco peor que en el formato vertical, en el que el ojo se dirige de manera más
natural hacia abajo. Yo siempre digo que creo que Albert aprovecha mejor el
formato apaisado de lo que lo he hecho yo en The Private Eye.
A.M.: Mi única obsesión es que la página no sea muy densa. Lo que no quiero
es que el lector tenga que ampliar. Creo que tiene que leerse tal cual. Otro de
los recursos del tebeo digital del que se ha hablado poco es que en un cómic de
papel cuando lees ya estás viendo la otra página, estás adelantándote a la
narrativa o incluso ya has ojeado el tebeo y tienes un montón de información.
Con lo cual el impacto de una splash page, por ejemplo, es menor. Y he
descubierto que en digital, pasar de un plano general a un primer plano es
mucho más impactante que en un cómic de papel. La posibilidad de sorprender o
asustar o de ocultar información es mucho mayor porque poca gente ojea un tebeo
digital. Es más complicado porque el hardware sigue siendo mucho peor. El papel
es una maravilla: tiene el zoom que quieras y el adelante y atrás que te dé la
gana. ¡Lo tiene todo! El digital no tiene estas ventajas, pero a cambio te
permite algún truquito de magia más sofisticado.
En el caso de Monteys, esos "truquitos" nacen de su cabeza y los plasma según los ve necesarios. Pero para Martín, el camino es más complejo, puesto que trabaja sobre el guión de Vaughan. Así que tenemos a un autor completo y otro que colabora con un escritor. Son dos maneras diferentes de realizar un tebeo.
M.M: La verdad es que Brian escribe igual para digital y para papel. Me decía que no ha sido hasta el último número de The Private Eye cuando ha empezado a cogerle el tranquillo al guión para digital.
A.M.: Yo más que escribir, hago un storyboard. Y ahí ya me voy planteando cómo atacar la página. Así que es diferente.
M.M.: Es que al ser autor completo controlas mucho más el tempo de la narración. Y yo estoy más ligado a lo que me da Brian. Aun así, una de las cosas que si tuviera que volver a una editorial tradicional, si tuviera que volver al papel, más me molestaría sería volver a tener que estar pendiente del número de páginas.
A.M.: Es que eso en el digital es una maravilla. O una maldición, según el caso. Porque yo siempre me paso del número de páginas.
M.M.: Es un detalle que parece una chorrada, pero me da mucha libertad cuando me enfrento a un guión de Brian. Él me puede acotar y nunca voy a funcionar como si fuera un autor completo, pero puedo coger el guión simplemente como una guía de lo que tiene que pasar. Si en un momento determinado me parece que necesito una splash page, la realizo. Aumenta el número de páginas pero no pasa nada. Pensar en volver a estar en el terreno habitual del cómic impreso... No tener esa libertad... Ya me genera una cierta ansiedad.
En el caso de Monteys, esos "truquitos" nacen de su cabeza y los plasma según los ve necesarios. Pero para Martín, el camino es más complejo, puesto que trabaja sobre el guión de Vaughan. Así que tenemos a un autor completo y otro que colabora con un escritor. Son dos maneras diferentes de realizar un tebeo.
M.M: La verdad es que Brian escribe igual para digital y para papel. Me decía que no ha sido hasta el último número de The Private Eye cuando ha empezado a cogerle el tranquillo al guión para digital.
A.M.: Yo más que escribir, hago un storyboard. Y ahí ya me voy planteando cómo atacar la página. Así que es diferente.
M.M.: Es que al ser autor completo controlas mucho más el tempo de la narración. Y yo estoy más ligado a lo que me da Brian. Aun así, una de las cosas que si tuviera que volver a una editorial tradicional, si tuviera que volver al papel, más me molestaría sería volver a tener que estar pendiente del número de páginas.
A.M.: Es que eso en el digital es una maravilla. O una maldición, según el caso. Porque yo siempre me paso del número de páginas.
M.M.: Es un detalle que parece una chorrada, pero me da mucha libertad cuando me enfrento a un guión de Brian. Él me puede acotar y nunca voy a funcionar como si fuera un autor completo, pero puedo coger el guión simplemente como una guía de lo que tiene que pasar. Si en un momento determinado me parece que necesito una splash page, la realizo. Aumenta el número de páginas pero no pasa nada. Pensar en volver a estar en el terreno habitual del cómic impreso... No tener esa libertad... Ya me genera una cierta ansiedad.
Ilustración de Muntsa Vicente para celebrar el número 10 de The Private Eye. |
Llegando al final de la entrevista parece apropiado hablar de los finales en los tebeos. Del dolor de cabeza que supone poner punto y final a una historia. Y de la espectacular última página de The Private Eye. Marcos Martín es perfectamente consciente de su efecto en los lectores.
M.M.: Es guay, ¿eh?
A.M.: Yo lo primero que le escribí a Marcos fue que la última página me había
dejado el culo cuadrado. Y yo todavía no he acabado de escribir el número 3 de Universe! precisamente porque no encuentro el final.
Los finales son lo peor. Yo soy muy de tener una idea buena y unos personajes
que me gustan e ir llevándolos. Y normalmente llega un momento en el que el
final es lógico y sorprendente y está ahí esperándote. A veces cuesta más y a
veces cuesta menos. Pero quedarte con un final bloqueado... Los finales son lo
peor del mundo. El de The Private Eye
me parece perfecto. Es un final muy visual y pensaba que había sido idea de
Marcos.
M.M.: No, no, no. Yo también me quedé un poco con el culo torcido cuando leí
el guión. Aunque siendo sincero, cuando llegué al final, la crítica que le hice
fue que me pareció que toda la última escena era demasiado explicativa durante
muchas páginas. En un medio visual como el cómic deberíamos encontrar maneras
para que eso que explicamos con dos personajes hablando lo transmitamos de
otras maneras para que el lector entienda lo que ha pasado. En este caso yo
construí la escena de manera que vaya fluyendo conforme van pasando cosas, con
guías visuales muy sutiles. Pero aun así es un poco como si al final de Indiana
Jones y el Arca Perdida explicaran dónde acaba el arca con una conversación
entre Indy y Marion. Es mejor ver el plano del almacén gigante y un tío
entrando con la caja. Pensé en decirle a Brian que buscáramos una manera de
contarlo que no fuera tan dialogada, pero la escena estaba tan construida para
acabar en esa última página que era tan impactante y que a mí me gustaba tanto,
que decidí que daba igual. Pensé que merecía la pena tener esa escena (para mí
demasiado explicativa) con tal de acabar con ese punto visual tan potente y que
llega tan fuerte al lector.
A.M.: Es que es muy evocadora y sugerente.
M.M.: Oye, que estaba escrito pero luego se tiene que dibujar, ¿eh? Hay
que pensarlo y todo eso.
A.M.: Si lo piensas, hostia, dibujar un ojo que está ahí flotando y que se
entienda y no parezca...
M.M.: Le di vueltas, no creáis. Ponerle el cuello alto y...
A.M.: ¡No spoileemos!
Hagamos caso a Marcos Martín y a
Albert Monteys y no estropeemos todas las sorpresas. Porque aunque hemos
entresacado algunas de las cuestiones que nos han parecido más
interesantes, lo cierto es que nada, NADA, iguala la
experiencia de escuchar a los autores de viva voz. Por eso os recomendamos
encarecidamente que escuchéis el audio que adjuntamos a continuación.
Interesantes reflexiones, bromas, confidencias... Palabras dignas de ser
escuchadas por cualquier buen aficionado al cómic os esperan.
Me ha gustao mucho la entrevista. Muy "campechana". Me gusta que se vean "las tripas" de una entrevista.
ResponderEliminarQue habia de fondo, un escultor? alguien practicando un butron...