viernes, 22 de febrero de 2013

El Pulso: Sherlocks

Sherlock Holmes es el personaje literario que más veces ha sido llevado a la gran pantalla. Tradicionalmente se le ha representado en el Londres victoriano y fiel al carácter descrito por Conan Doyle. Físicamente, todos tenemos en la cabeza la imagen que inmortalizó (suavizando la descripción literaria) Sidney Edward Paget, primer ilustrador de sus aventuras en la revista The Strand. Pero en los últimos años nos hemos topado con un ramillete de nuevas interpretaciones del genio de Baker Street. Veamos qué versión se ha ganado el corazón de este fan de Holmes.


Como suele suceder con casi todas las ideas con probabilidad de éxito, la de revivir en la pantalla a Sherlock Holmes no pasó desapercibida. Primero un proyecto cinematográfico a cargo de Guy Ritchie en 2009 daba su interpretación del personaje. Mismo tiempo y lugar que el original. Londres, finales del XIX.  Apenas al año siguiente, la BBC contraatacó con 6 episodios de 90 minutos, de esos que tanto les gusta a los británicos. Este Sherlock también vive en Londres, pero contemporáneo. Por último, hacia finales de 2012, los americanos no se quieren quedar fuera de la fiesta y la CBS presenta su versión de Sherlock. Esta vez en el presente, pero cambiando Londres por Nueva York.

Los diferentes guionistas han tenido también que hacer sus elecciones en cada caso. Han puesto el acento en unas características del personaje más que en otras. Es normal. Holmes es complejo. Es un hombre que mezcla rasgos muchas veces entendidos como contradictorios. Es un hombre inteligentísimo, pero al mismo tiempo totalmente analfabeto en muchas materias. Es un hombre de trato seco y a ratos displicente, pero nunca niega una palabra amable a quien de verdad está en apuros. Es un hombre de ciencia y razón, pero no duda en amenazar con la violencia o hacer uso de ella si lo ve necesario.

Porque cada interpretación reciente de Sherlock es diferente y porque cada actor que lo ha interpretado ha añadido algo al genial detective, vamos a diferenciarlos honrando su trabajo por estricto orden cronológico.

Robert Downey Jr. en Sherlock Holmes - El iconoclasta
La última versión cinematográfica de Sherlock Holmes es un ejemplo de manual sobre cómo cambiar un personaje sin hacer los cambios evidentes a primera vista. Este Sherlock es totalmente canónico en tiempo y lugar. Es extremadamente fiel en algunos aspectos (hay frases del guión literalmente sacadas de las novelas y relatos de Holmes) y hace un trabajo formidable al demostrar que si Batman es Gotham, Sherlock es Londres. Es su ciudad. Él la conoce y domina y él decide en qué situaciones interviene y en cuáles no.

Pero luego tiene otras cosas que... Por ejemplo: Sherlock es alto, delgado y serio, ¿no? Nope. Ahora es un chaparrete con una encantadora sonrisa guasona. Este Sherlock sigue siendo inteligente, sí, pero ahora también es ingenioso. Sherlock Holmes se defendía en la confrontación física, pero este directamente te parte la cara en un suspiro. Watson siempre fue un apoyo fundamental, pero ahora no es su compañero, es su compadre. Incluso la banda sonora de Hans Zimmer juega con instrumentos inesperados como el banjo. Suena trepidante, sí, pero uno nunca lo ligaría a Holmes... hasta que todo tiene sentido dentro de la propia película. Es una pieza más de esta versión desvergonzada de Holmes.

En esta versión Watson es un hombre de acción e inteligencia. Un digno compañero y no un mero comparsa.

En resumen: Es el más exacto en los detalles y el más alejado del canon en todo lo demás.
Su dominio de las artes marciales se exacerba, su compañerismo con Watson es llevado al extremo de constituir una buddy movie, su arte para el disfraz es al tiempo herramienta para el drama y para la comedia. Su comportamiento obsesivo es llevado a los detalles más nimios de su vida, desde el modo de vestir hasta el modo de comer. Es, de las tres, la versión más libre del mito. 

Benedict Cumberbatch en Sherlock - La apuesta inmovilista
La versión de la BBC es un contendiente digno de tener en cuenta. Aunque traído al Londres del presente, la nueva encarnación británica de Sherlock sigue viviendo el 221B de Baker Street, sigue ayudando a la policía, tiene problemas para socializar, es obsesivo, incluso da bastante bien el tipo físico. O al menos, mejor que RD Jr.

Sin embargo, este Sherlock que ahora utiliza portátiles y móviles para todo, carece de carisma. Ya hemos dicho que no es sencillo reproducir el carácter de Sherlock. Y el carisma es una parte fundamental. La versión de cine ahoga todas esas características complicadas de plasmar acentuando unas sobre otras. Coges la parte deductiva, la mezclas con ingenio y artes marciales y ale, nadie se acuerda de lo demás. El personaje queda en parte mutilado, pero lo que tienes es al menos sólido y divertido.

La BBC ha optado por el camino duro. La mayoría de rasgos esperables en Sherlock Holmes están presentes en Cumberbatch: Sherlock es increíblemente inteligente y dotado para la deducción. La gente le resulta molesta cuando piensa, pero requiere de oyentes para exponer sus teorías. Watson es un compañero mitad conveniente, mitad torpe; y siempre un paso por detrás del detective. Los casos le son presentados en su propio ambiente, sólo los acepta si le pican la curiosidad y abusa de la tecnología como el original abusaba de su propia red de información que se acabó conociendo como Los Irregulares de Baker Street.

Sin embargo, a este Sherlock le falta algo. Pasando por alto la actuación de Cumberbatch, que recrea al Sherlock aburrido como un inaguantable niño grande lleno de tics absurdos, a esta versión le falta punch. Le falta garra, le falta misterio. Es tan parecido al original en cuanto puede parecerse, que no acaba de cuajar en el siglo XXI. 

El Sherlock de Cumberbatch es una traslación del original al presente. Y no siempre funciona.

Al margen, y como opinión muy personal, creo que la BBC se equivoca al pretender ofrecer capítulos de hora y media. Holmes siempre ha funcionado mejor en relatos cortos donde apenas hay espacio para el error del detective ni para jugar al despiste. Holmes observa, deduce, investiga, pone a prueba y si se equivoca no tiene dudas de qué ha fallado. Sabe que descartada su primera teoría no quedan muchas más opciones. Es así de bueno. Y por eso le queremos tanto.

En un formato de 90 minutos Holmes se equivoca demasiado. Simplemente hay que mantener la trama en el aire demasiados minutos, obligando a incorporar elementos secundarios sin verdadero valor real o retratando al detective genial demasiadas veces desorientado ante los hechos que se van sucediendo y desarrollando ante sus ojos.

En resumen: El Sherlock Holmes de la BBC acierta a la primera en todos los casos secundarios que le plantean al principio o a lo largo del capítulo, pero en el principal... el pobre da más vueltas que una noria. Uno no puede hacer un buen Sherlock si no transmite a la audiencia la sensación de que cada palabra que dice y deducción que hace es LA VERDAD incontestable.

Jonny Lee Miller en Elementary - Todo cambia, el espíritu permanece  
La terna de Sherlocks la cerramos con la apuesta de finales de 2012 hecha por la CBS americana. Aquí Sherlock se encuentra en la época actual y se traslada de Londres a Nueva York.
Curiosamente, la encarnación de Jonny Lee Miller es la que mayores afrentas perpetra contra el canon, pero también la que mejor capta la esencia del personaje. Sherlock está aquí fuera de Inglaterra (“¡sacrilegio!” dirán algunos), pero continúa en el centro del mundo, que hoy día representa mejor Nueva York que Londres.

Ahora no se chuta esporádicamente, sino que directamente es un adicto en rehabilitación. Presentar un drogadicto brillante no es la mejor manera de hacer amigos en las asociaciones de televidentes, es comprensible. Así que la rehabilitación tiene sentido. Y por otra parte, es un paso que uno esperaría de Sherlock Holmes: a pesar de sus defectos, la razón acabaría imponiéndose y acabaría llevándole a buscar ayuda.

Hablando de ayuda. Ahora no tenemos un Dr. Watson sino una Dra. Watson. “¡Sacrilegio! ¡Sacrilegio doble!” volverán a gritar. Pues no tanto. Al fin y al cabo Watson ha sido toda la vida más un apoyo moral y una presencia tranquilizadora que otra cosa. Y ese es el papel de la buena de la Dra. Joan Watson. Es su “acompañante de rehabilitación”, alguien que le hace tener los pies en el suelo y le obliga a preocuparse un poco por su propio bienestar.

El Sherlock de Lee Miller es inteligente, deductivo, adaptable. Es además claramente falible en su aspecto personal y por tanto el personaje queda humanizado desde el primer momento. Se mantienen rasgos típicos como ser consultor de la policía o su obsesión porque no le toquen las escenas del crimen. Hace gala de  un carácter incisivo muy propio del personaje que aunque se asemeja, no hay que confundir con sentido del humor. Tiene subidones. Tiene bajonas. Es frío y distante, pero al mismo tiempo posee un fondo amable. Está muy bien anclado a las fuentes originales. Por otra parte, el formato de 40 minutos le sienta mucho mejor que a sus compañeros. Este Sherlock apenas se equivoca, en todo caso descubre pistas nuevas que le hacen cambiar la teoría. 

La versión de Lee Miller mantiene las señas de identidad y construye el Sherlock probable del siglo XXI.

En resumen: No se han conformado con traer el personaje al presente, sino que han cogido sus rasgos característicos y los han desarrollado de acuerdo a cómo sería esperable que fuera Sherlock Holmes si hubiese nacido a finales del siglo XX. No han interpretado al personaje obviando rasgos y reforzando otros como en las recientes películas. No han trasladado el Sherlock victoriano a la actualidad y le han dado un portátil y un móvil con un estatismo que le impide adaptarse. Y no, tampoco han cogido a Sherlock y lo han adaptado al mundo moderno. Han hecho algo mucho mejor, más arriesgado y más difícil: Han evolucionado el personaje hasta su conclusión lógica como genio deductivo en pleno siglo XXI.

Veredicto: 
Las tres versiones del personaje tienen sus pros y sus contras, pero en mi opinión hay un ganador claro. Los mayores problemas los tienen las primeras dos propuestas. Y la mayoría de deben al desplazamiento espacio temporal al que han sometido al personaje más que a otra cosa. El Sherlock fílmico, de haber estado ambientado en el presente, soportaría mejor el giro a la acción directa y el sentido del humor un poco socarrón y gamberro. Son conceptos que asociamos mucho más fácilmente a la modernidad. 

El Sherlock de la BBC es tan parecido al de Doyle que quedaría mucho mejor en su Londres victoriano original, ya que la traslación temporal no le añade nada realmente digno de consideración. El formato de hora y media resulta también decisivo para descartarlo como un acercamiento exitoso al personaje. Simplemente, no funciona bien en 90 minutos (o no han sabido hacerlo funcionar).

Nuestro vencedor es por tanto el Sherlock de Jonny Lee Miller. Resulta el mejor porque a diferencia de los otros dos casos, sus diferencias con el original son mucho más cosméticas y superficiales que sustanciales. Son cambios de forma, pero no de fondo. Es verdad que se han permitido un Watson muy diferente, pero les perdonamos el cambio porque funciona: El rol de Watson es el de siempre y abre posibilidades de cara al futuro sin tener que tocar nada del personaje que realmente hay que mantener lo más intacto posible: Sherlock Holmes.

Lee Miller encarna al mejor Sherlock Holmes sin necesidad de ser el más parecido al original.

Indicaciones: Fans de Holmes sin miedo a cosas nuevas. Seguidores de series procedimentales. Curiosos de las reinterpretaciones de personajes.  Buscadores de entretenimiento digno.

Contraindicaciones: Talibanes de Sherlock Holmes. Saturados de series procedimentales. Incapaces de seguir unas tramas con más de dos frentes abiertos al mismo tiempo.

Interacciones: Sherlock Holmes, el anime, con sus perros antropomofos. Los relatos y novelas de Sir Arthur Conan Doyle. Detective Conan. El Mentalista. House. Mil variantes. Elige la tuya.

Efectos Secundarios: Intentarás y fracasarás al poner en práctica los métodos de Holmes. De repente verás clones de Holmes en cada serie, película, novela, videojuego, etc. en el que el protagonista sea un detective con increíble capacidad deductiva.

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